sábado, 6 de febrero de 2010

Respirar

Algunos rituales son peligrosos. Pensaba en eso mientras sostenía la taza y se dejaba envolver por el olor a bosque que saturaba el vapor de agua, que subía hasta su cara y cálido, le humedecía la boca.
Inspiró profundo y dejó la taza sobre la mesada gris. Cerró los ojos.
Sintió su abrazo, descansó en su calor. Sintió una pasión nacionalista por ese abrazo que le dificultaba la respiración. Había reconocido su esencia, incandescente. Su piel, su modo de respirar, de temblar, de sonreír, de mirarlo. Se acercó a su mandíbula, buscando su beso.
Notó como el ardor se desvanecía, un frío metálico atravesaba su garganta, exploraba su plasma. Sus brazos se aflojaron, rebalsaron de silencio. Se descubrió en oscuridad, estaba solo.
Había ido lejos, profundo en el mar de vapor, hasta sentir como cada una de sus células entraba en ebullición, latía desbocada, a punto de ahogarse en el té rojo. Salió a respirar.

1 comentario:

nicol dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.